Desde muy joven, los libros me parecían algo un poco aburrido, un manojo de papeles con muchas letras a las que no merecía la pena dedicar tanto tiempo para conocer una simple historia. Leí novelas, claro, algunas me encantaron, pero si había adaptación a la gran pantalla, mejor que mejor. Crecí en Aragón, una comunidad Autónoma en la que su día festivo es el 23 de abril, fecha internacional para honrar el día del libro, fecha de nacimiento de William Shakespeare y fallecimiento de Miguel de Cervantes.
Con el paso del tiempo, mi pasión por el séptimo arte fue creciendo exponencialmente así que, cuando cumplí los 18, decidí estudiar un grado de Comunicación Audiovisual y aprender los entresijos del mundo del cine, pero me llevé una decepción en cuanto acabé.
Durante la carrera adquirí muchos conocimientos, abandoné mi ciudad de origen e inicié el grado de Comunicación Audiovisual en la Universidad Pontificia de Salamanca. Los profesores me parecieron extraordinarios y las curiosidades que aprendí complementaron los conocimientos que traía de antemano, pero cuando acabé había algo que me sabía a poco. El cine es un negocio, como casi cualquier forma de ganarse la vida, pero es un negocio particularmente caro.
Bajo mi humilde opinión, todo el dinero que se mueve en aquel sector supone una corrupción y una cooperación por parte de las productoras para formar un producto comercial que tenga un mínimo altísimo de ganancias. Después de acabar la carrera, he trabajado para estudios de cine, festivales de cortometrajes y, cuanto más aprendía de cómo funcionaba ese mundillo, más apreciaba las historias en las que se basaban.
Todo era falso, los diálogos son reciclados, los escenarios son confeccionados en una habitación vacía y verde y todo muestra una realidad que no existe, todo excepto los textos originales en los que se ha basado la historia, el comienzo de todo.
La originalidad de la literatura
En cuanto decidí investigar sobre novelas originales de mis películas favoritas, descubrí que el valor y las decisiones tomadas por el autor, son puramente dramáticas, a los escritores de novelas rara vez les importa lo que opinen los lectores, simplemente tratan de satisfacer el desafío que supone crear una gran historia, es algo mucho más creativo que productivo.
Por ello, según mi experiencia personal como alguien que ha crecido en un mundo que precisaba contenido audiovisual y renegaba de la lectura durante su infancia, considero que es importante dejar ver que casi toda historia esta basada en un libro. Se dice que William Shakespeare inventó todas las tramas habidas y por haber, no es cierto, pero todo dicho nace por algo.
Cada vez hay menos gente que dedique tiempo a los libros y, si lo pensamos dos veces, los libros implican dar rienda suelta la imaginación, dependiendo del género, las historias pueden ser más o menos adaptables. En géneros de ciencia ficción o literatura fantástica, se crean universos especiales, donde la arquitectura es distinta, las razas y la variedad de personajes es ilimitada y existen una infinidad de historias que nunca han sido adaptadas debido a ello, desde aquí, intentaré reflejar los mejores libros de cada género para introducir a todo interesado a la literatura, sean cuales sean sus gustos.